Tema 10.- Evolución histórica en la implantación de lentes intraoculares.

HOSPITAL PROVINCIAL CLÍNICO-QUIRÚRGICO“JOSÉ RAMÓN LÓPEZ TABRANE.MATANZAS
MEDICINA Y CULTURA
Dr. Juan Miguel Cobas Atrell. Breve esbozo biográfico.

AUTOR:
Dr. Ramón Madrigal Lomba.

Especialista de 2do. Grado en Cirugía. Profesor Auxiliar de la FCM de Matanzas.

El día 5 de agosto de 1982 falleció en Nicaragua, victima de un accidente vascular encefálico el Dr. Juan M. Cobas Atrell.
Había ido al vecino país a prestar sus servicios, en misión internacionalista, faltándole escasos días para concluir el primer período de su compromiso. Harán en pocos días 20 años.
Esa injusta y prematura desaparición de un compañero tan querido consternó a la sociedad matancera donde tanta distinción y prestigio había logrado.
El Dr. Cobas había nacido en Santiago de Cuba el 8 de febrero de 1929. La pérdida de su padre a los dos años de su nacimiento determinó y a la vez que un empeoramiento de la situación económica familiar, llevó al fortalecimiento de los vínculos familiares reducidos éstos a su madre, maestra de escuela y su hermana en la que siempre encontró apoyo y ejemplo. Estudió el Bachillerato, graduándose de Bachiller en Ciencias en el Instituto de 2da. Enseñanza de Santiago en 1949, comenzando en ese año los estudios de Medicina en la Universidad de la Habana. Cursando el 4to. Año de su carrera gana una plaza de alumno en la Casa de Socorros de Corrales, hecho este que le permitió adquirir, desde temprano, conocimientos y experiencias en la rama médica de su predilección: la Medicina Interna.
Graduado en 1956 prosigue su labor en la mencionada Institución asistencial, contrayendo matrimonio en 1958 con su compañera de estudios la Dra. Migdalia Pérez Hernández.
Poco tiempo después se reunifica la familia en el vecino poblado de Juan G. Gómez, logrando así su sueño de convivencia en paz, amor y el culto a los valores humanos en su pequeña comunidad familiar.
Hasta 1966 permaneció el matrimonio en Sabanilla. Fueron años de mucho trabajo para Juan Miguel y Migdalia. Años de sacrificio, años de darlo todo por cimentar la estabilidad y el prestigio profesional, y fueron años que rindieron sus frutos: sus dos hijas, hoy profesionales y la estimación y aprecio, que hicieron del Dr. Cobas el médico integral, científicamente preparado, que vale decir confiable y en el aspecto humano un médico siempre dispuesto a servir. Al finalizar sus quehaceres en Sabanilla era un médico difícil de olvidar, el médico amigo de la familia, el médico del pueblo de Sabanilla.
Luego vinieron sus cargos en el antiguo Centro Médico y posteriormente al Hospital Provincial de Matanzas que fue la Institución básica, el escenario donde desarrolló , incorporado a la docencia desde 1969, una labor intachable y sostenida, una labor de constante ascenso y participación responsable que lo hicieron uno de los pilares de la Medicina Interna y la Endocrinología en nuestra provincia.
Un breve recuento de su labor académica y científica nos permite relacionar algunos de sus logros más importantes:

  • Especialista de 1er. grado en Medicina Interna. 1969
  • Incorporado a la docencia médica superior desde 1969.
  • Médico Interno, por oposición, del Centro Médico de Matanzas.
  • Especialista de Medicina Interna del Hospital Provincial de Matanzas.
  • Miembro de Tribunales Estatales años /77 y /78.
  • Tutor de los Dres. Rafael Castillo Aranguren, Pedro García Rossique y Ricardo Romero Dulzaides.
  • Coordinador de cursos de reciclaje en Medicina Interna.
  • Profesor en distintos cursos sobre temas en Medicina Interna.
  • Diversos cursos de post grado recibidos, en total 7.
  • Organizador y asesor en 5 Jornadas Científicas Estudiantiles.
  • Delegado en las dos Jornadas de Normación Nacional de la Medicina Interna.
  • Miembro Asociado de la Sociedad Cubana de Higiene y Epidemiología y miembro numerario de la Sociedad Cubana de Medicina Interna.
  • Investigaciones sobre el Hígado en pacientes diabéticos y parasitosis por fasciolasis hepática. (publicada).

A lo largo de los años que compartimos el diario trabajo en nuestro hospital fue el Dr. Cobas un hombre de personalidad muy definida, de contorno indeleble, de respeto a sí mismo y que logró en consecuencia, el respeto y la más alta consideración en su hogar, en la calle y en su medio profesional.
Fue característico en su conversación la ausencia de retórica, de pocas palabras, de expresión seca, precisa, sin dobleces ni repliegues, un individuo que hizo de su individualidad un culto, una profesión de fé.
Era característico también en sus relaciones profesionales cotidianas, la reacción rápida y el tono tajante casi autosuficiente, ante un criterio o proposición. Como también la voz baja y reflexiva, el tono pausado y la parquedad al emitir un juicio, en fin, la actitud sabia, cuando de cerca se le inquiría una opinión o consejo.
Pero por encima de todo fue un médico, devoto del estudio y la superación, consagrado a su trabajo donde encontró precisamente su razón de ser, de ahí su ejemplaridad.
En una carta, enero /77, señala entre otras cosas lo siguiente: “como a nosotros no se nos ha informado en ningún momento sobre dichos cursos consideramos que el no conocimiento de ello, redunda en perjuicio de nuestras aspiraciones de superación docente”......
Un año después en febrero /78, por motivos de lo que él estima una disposición que puede ser mejorada y que por razones que personalmente estimamos innecesario apuntar para no ver la pequeñez de los hombres, escribe lo siguiente: “del análisis de estos pormenores nos motivamos a escribirle esta nota, que no es obstáculo para aceptar la disposición establecida por el Servicio, pero sí para dejar patente nuestra preocupación de que pueda ocurrir en un futuro próximo algún incumplimiento, en las múltiples tareas que en una sala lleva implícita y que ese incumplimiento, de ocurrir, no estaría en relación con nuestro esfuerzo, que ha sido, es y será, constante y uniforme...”
Provisto de una filosofía y gracias a su talento y perseverancia logró categoría docente sin que jamás la neblina del lucro o el ofuscamiento interesado hicieran mella en su integridad profesional.
La ciencia ya lo señaló Giner de los Ríos, es cosa de conciencia y cuando se desvincula de los dictados de la moral, de la fraternidad entre los hombres, de la bondad y de la justicia deviene en un instrumento de enajenación social.
Preocupados por la veracidad de este pequeño ensayo biográfico, permeado por el amor y la exaltación familiar así como por el prurito del historiador por proyectar la mejor imagen del hombre que nos ocupa, recabamos de dos compañeros de trabajo del Dr. Cobas, de dos profesores meritísimos de nuestro Hospital y Facultad, sus opiniones personales, libres de influjos familiares y formalismos apologéticos.
Fueron los profesores Nilo Fernández Rodríguez y Manuel Lima Fernández, sus compañeros de trabajo por muchos años. Veamos sus testimonios.
Nos refiere el Profesor Nilo Fernández, que Cobas era muy bueno pero muy serio, que parecía que estaba bravo y quería morder pero que nunca mordió a nadie.
Fue muy exigente con su trabajo y con los alumnos, continúa el profesor Nilo Fernández, y sus pases de visita eran maravillosos, por la organización y disciplina, por sus dotes pedagógicas, porque sabía motivar y estimular a sus alumnos sin complejo alguno de sabio.
Le gustaba aconsejar a los alumnos y a su vez sabía pedir consejos y aclarar dudas sin proferir una opinión desagradable de nadie. Sus pacientes lo querían mucho.
En la intimidad era un hombre encantador, parecía otra persona, en sus reuniones familiares y pequeñas fiestas, siempre acompañado de su mujer e hijas, en cuyas fiestas gustaba de cantar y en especial la canción “Mariposita de Primavera”.
Por su parte el Profesor Lima Fernández subraya que fue Cobas el precursor e iniciador de la Endocrinología en Matanzas, especialidad que lo atraía irresistiblemente y en la que desarrolló una labor científica descollante por más de 20 años y en especial, en su celo por instruir científicamente a los pacientes diabéticos con el fin del control adecuado de la enfermedad.

El Profesor Lima sostiene que dominó el amplísimo campo de la clínica médica y que como jefe de sala y grupo básico de trabajo siempre inspiró a su colectivo por su laboriosidad, su disciplina y sus extensos y profundos conocimientos médicos.
Para sus alumnos fue el ejemplo vivo del médico que amaba intensamente su profesión, a la cual se dedicó en cuerpo, alma y corazón, rompiendo con esquemas oportunistas y mediocres que proliferaban en nuestro medio.
Su alto concepto del deber, como médico y cubano le conminó a permanecer en su país, al servicio de su pueblo y acudir en ayuda solidaria al hermano pueblo de Nicaragua.
Concluye Lima estimando su carácter seco y poco efusivo, dando la sensación de seriedad y frialdad externa, que en realidad encubría un corazón generoso, amplio, abierto siempre a sus numerosos amigos a los cuales brindó su ayuda desinteresada.
Luego de estos testimonios, se develan nuevas aproximaciones al Profesor Cobas Atrell.
Supo oir, supo preguntar y también hablar y opinar con mesura y aciertos, sabía reflexionar, modificar y adecuar sus criterios y juicios sin renunciar por eso a la consecuente defensa de sus puntos de vista, y supo como pocos, adentrarse e identificarse con lo hondo de la masa popular donde cosechó fiel y nutrida clientela, a la par que amistades y prestigio ciudadano y científico, sin descuidar jamás la conducta intachable, su estricto sentido ético que en ocasiones lo mostraba como un reto al prejuicio con su persona, porque tuvo impugnadores e irreverentes detractores y esto último porque fue un hombre que llevó luz.
Su ética y su concepto de responsabilidad los trasmitió a sus alumnos y podemos asegurar que esas cualidades unidas a su gran capacidad y al amor a su familia , al estudio y a la enseñanza constituyeron sus más puras cualidades, la base moral de su profesionalidad.
La vida del hombre es corta, pero la memoria de los hombres es eterna y muchos sostienen que es en esta memoria donde se vive realmente. Y aquí tendrían cabida los cortos y enigmáticos versos de Ruíz Aguilera:
“ningún saber satisface
esta duda que me hiere
¿es el que muere el que nace
o es el que nace el que muere?
Convengamos finalmente, que ese hombre de blanco y estetóscopo al cuello que fue el Dr. Juan Miguel Cobas Atrell nos dejó un modelo de estudiante, de médico, de profesor, de persona, de amigo, nos dejó el modelo de un hombre celoso cumplidor de sus deberes para con la sociedad.

Trabajo presentado en sesión solemne de la Cátedra Honorífica de la F.C.M de Matanzas.

 

MEDICINA Y CULTURA.
Apuntes biográficos sobre: Dr. Antonio Averhoff Álvarez

AUTOR:
Dr. Ramón Madrigal Lomba.(1)

(1) Especialista de 2do Grado en Cirugía. Profesor Auxiliar. Presidente de la Cátedra de Historia de la Medicina

El Dr. Antonio Averhoff Álvarez nació el 24 de mayo de 1936 en San José de los Ramos. Hizo sus estudios de primaria y secundaria básica en la ciudad de Colón con notable aprovechamiento. Continuó sus estudios de Bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas graduándose en el verano de 1955.
Dificultades económicas lo llevaron a trabajar como telegrafista en la oficina de ferrocarriles de Colón; pero en corto tiempo reinicia sus estudios de Medicina en la Universidad de la Habana. Esto ocurría en 1958, cuando apenas iniciado en la Medicina, se calificaba como técnico en Laboratorio Clínico, hecho que le permitió costearse sus estudios.
Se gradúa de Doctor en Medicina en acto celebrado en el Pico Turquino en noviembre de 1965.
Comienzan así para el joven Averhoff años de intensa actividad que ponen a prueba su vocación e integridad personal y perfilan el futuro de profesional tenaz, disciplinado, identificado con la especialidad Gineco- obstétrica.
En el año de 1966 realiza su post graduado en Punta Gorda (Morón); en 1967 ya está trabajando en el Hospital de Jovellanos, pasando en breve tiempo a desempeñarse en la especialidad de Obstetricia y Ginecología en el hospital de Colón al tiempo que ocupaba cargos de Dirección Municipal.
Luego de su traslado al Hospital Gineco-obstétrico de Matanzas inicia su residencia, estudios que concluye con brillantez en 1975, permaneciendo como especialista de la Institución además de profesor Instructor, hasta 1983 en que viaja a la República Popular de Angola para el desempeño de una misión médica. Una brusca enfermedad le impidió continuar su trabajo regresando a Cuba luego de 3 meses de iniciado.
Fue un médico con elevados conocimientos de su especialidad pero sobre todo con una gran sensibilidad humana y un alto sentido de responsabilidad en su trabajo, esto nos lo señala el Dr. José Ramón Mendoza Mompellier y continúa diciendo...... "el tío, médico, amigo y hermano a pesar de poseer un gran conocimiento científico era un médico muy práctico, de decisiones precisas y con estas características profesionales, incluyendo su habilidad quirúrgica, todos aprendimos mucho de él.... "Pero hay algo más importante aún que lo científico y lo técnico, que todos aprendimos de él, y era su trato, único por lo amable, cariñoso, afable, sumamente amistoso con los compañeros médicos, con el paciente y familiares, en fin con todos los que le rodeaban. "Nunca lo vimos bravo y aún en situaciones difíciles jamás perdió su ecuanimidad y su sonrisa habitual".... concluye el Dr. Mendoza refiriéndonos que nunca lo vio decir a nadie la palabra no, aún sabiendo que lo pedido fuera imposible, a veces asumía atenciones con los pacientes y sus familiares como si él hubiera sido miembro de la familia y siempre en sus labios había una palabra de aliento, cariñosa, de consuelo para todo aquel que sufría o tenía un padecimiento, cosas estas por las cuales nuestro querido "tío" es inolvidable.
El Dr. Antonio Averhoff era a mi entender una persona excepcional a quien admiré y respeté durante todo el tiempo que compartí con él, por sus virtudes profesionales, de las que pueden dar fe los que lo conocieron, por la nobleza de su carácter, siempre dispuesto a atender los pacientes con agrado, así como por sus sentimientos hacia sus padres, hijos y amigos. Puedo afirmar que los que lo conocieron aún hablan con cariño y tristeza a la vez....
Era Averhoff sencillo, modesto, humilde en su forma. Multitud de pacientes venían a verlo y consultarlo a diario. Era raro verlo a solas, siempre estaba rodeado de médicos, pacientes y amigos. Sabía como inspirar confianza y seguridad a sus enfermos y familiares.
Su técnica quirúrgica era envidiable. Continúa relatándonos el Dr. Menéndez, era rápido, sumamente hábil y seguro de sí.... Sus dedos largos y finos se movían sobre el campo quirúrgico como los de un artista. Nadie lo igualó en destreza al realizar el curetaje del endometrio, sujetando la cureta con las yemas de los dedos, decía entonces, así se evita la perforación uterina y además estás en contacto, a través del instrumento, con el tejido que retiras....
Concluye el Dr. Menéndez: La huella que dejó el "Tío" en los corazones de sus pacientes y familiares y sus amigos aún está vigente en todos los lugares donde trabajó. Su recuerdo ha influido mucho en mi formación profesional; perdimos con él un amigo, un compañero, un profesor. ...Fijos aún en mi mente, su partida, su regreso, su enfermedad, el dolor de todos los que lo querían y sólo me queda por expresar el orgullo y el placer de haberlo conocido, de haber sido su amigo y discípulo, y llegar a ser un día como lo fue él y lo seguirá siendo.
El Dr. Antonio García González coincide con sus compañeros del Hospital Gineco-Obstétrico "Dr. Mario Muñoz Monroy". Era Averhoff sumamente atento y amable, nadie se molestaba con él, a todos les caía bien, cada día tenía más y más pacientes, más y más amigos, más personas que reclamaban sus servicios como cirujano ginecólogo.
Operaba muy rápido, pero muy fino, muy limpio su campo operatorio; y realizando el curetaje uterino era el mejor de la provincia de Matanzas. Averhoff fue más ginecólogo que obstetra.
Fue Averhoff un médico de carácter especial para ganar amigos, muy apreciado y querido por todos en nuestro hospital.
Su trabajo de terminación de residencia que versó sobre interrupciones del embarazo, fue en su momento, en mi opinión, el más completo trabajo que por esos años se dedicó a ese tema.
El día 5 de enero de 1983 fue liberado para iniciar trámites de viaje para Angola en misión de colaboración. La noticia la recibió con mucha satisfacción así como disposición para cumplirla. En pocos días realizó los trámites viajando el 23 de enero acompañado de su esposa y compañera de trabajo.
De su salud no manifestó en ningún momento problema alguno. El viaje se realizó sin dificultad, permaneciendo en Luanda por 10 días al cabo de los cuales fue ubicado para laborar en la provincia de Malange (Norte de Angola).
Allí realizó un excelente trabajo, tanto clínico como quirúrgico, atendiendo múltiples casos, muchos de ellos raras veces vistos en nuestro país. En el mes de marzo comenzó a aquejar una poliartralgia, decidiendo tomar reposo por siete días. Reincorporado a su trabajo y practicando una intervención quirúrgica tuvo un dolor agudo e intenso en su mano derecha, y al realizarse una radiografía se diagnosticó una fractura patológica del escafoides. Es trasladado a Luanda bajo estudio y tratamiento.
Decidida su evacuación la misma se realiza el 7 de abril, quedando ingresado en el Hospital Nacional y trasladado posteriormente al Hospital “Hermanos Ameijeiras”. Fue dado de alta para su casa, con deterioro progresivo de su salud, falleciendo el 4 de mayo de 1983.Con estos testimonios, recuerdos y anécdotas del Dr. Antonio Averhoff Álvarez creemos haber conformado una imagen, para los que no lo conocieron y para aquellos que fueron sus pacientes, amigos y familiares, una disculpa por la falta de un retrato aproximado a la excelencia del profesional y la magnífica belleza de su persona, realmente inolvidable. Fue el centro, el corazón visible del Hospital Gineco Obstétrico de Matanzas en la década de 1973 a 1983.
Fue un maestro en el dificilísimo arte de complacer. Nuestra Facultad se honra en el día de hoy reconociendo lo valioso de su vida y obra.

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