ARTÍCULO HISTÓRICO
El legado de Sir William Osler a la Universidad Médica cubana
The legacy of Sir William Osler to the Cuban Medical University
MSc. María del Carmen Álvarez Escobar
Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas. Matanzas, Cuba.
RESUMEN
William Osler es recordado como uno de los más grandes y respetados médicos de la historia. La autora describe aspectos esenciales de su vida, su obra y su filosofía. El objetivo de este artículo es destacar el aporte que hizo a la educación médica y el énfasis en la educación en el trabajo, pilares que forman parte indispensables en el sistema de educación médica cubana.
Palabras clave: Sir William Osler, práctica médica, educación médica.
ABSTRACT
William Osler is remembered as one of the biggest and more estimated physicians of the history. The author describes main aspects of his life, work and philosophy. The aim of this article is highlighting his contribution he made to medical education with emphasis in the education at work, mainstays and essential part of the Cuban medical education system.
Key words: Sir William Osler, medical practice, medical education.
INTRODUCCIÓN
En la práctica clínica posiblemente pocos médicos impactaron en la educación médica como William Osler. Reconocido como el médico más famoso del siglo XX escribió cerca de 1500 publicaciones científicas y su nombre consta en numerosos epónimos. Fue un gran profesor y un magnífico clínico, observador atento y descriptor de la evolución natural de las enfermedades. Quizás su atractivo más relevante residió en el encanto singular de su presencia, en la brillantez de su intelecto, en la belleza de su carácter y en el ejemplo que sigue siendo para las nuevas generaciones.
DESARROLLO
William Osler nació el 12 de julio de 1849 en la población de Bond Head, provincia de Ontario, Canadá.1,2 Era el octavo hijo de la familia compuesta por Featherstone Lake Osler (1805-1895) y Ellen Pickton Osler (1806-1906). Sus padres, galeses de origen celta, viajaron desde Gran Bretaña a Canadá como misioneros anglicanos, y el nombre le fue dado en honor al rey William III de Inglaterra. Se casó el 15 de mayo de 1892 con la Sra. Grace Revere Gross, de 37 años. Su proposición de matrimonio el 24 de febrero de 1892, fue hecha con la entrega a su novia de uno de sus legados más importantes “Los principios y práctica de la medicina”.2
Ingresó en 1870, a los 21 años, en la Escuela de Medicina de Toronto, y recibió su título dos años después en la Universidad de Mc Gill en Montreal.3 Amplió sus conocimientos en la Universidad de Londres, donde estudió Fisiología entre 1872 y 1873, lo que completó en Berlín, donde conoció a Rudolf Virchow (1821-1902). En Berlín y Viena, entre los años 1873 y 1874, llevó a cabo su formación de clínica en los hospitales.1,2
En 1876 ya laboraba como patólogo en el Hospital General de Montreal. En 1878 aceptó el puesto de doctor en el Hospital General de Montreal. Su afinidad por la naturaleza y por cada detalle trivial fue aprendida de Arthur Conan Doyle y del maestro de éste, Joseph Bell (1837-1911), que utilizaba el método de Zadig, (novela escrita por Voltaire, “Zadig or Destiny”, en 1747), para realizar descripciones majestuosas, como Sherlock Holmes. Este método, pensaba Osler, era importante para aplicarlo en el diagnóstico médico.1,4
De su relación con John Shaw Billings, (organizador de todas las bibliotecas médicas de Estados Unidos de Norteamérica y fundador en 1865 de la Biblioteca Nacional de Medicina, en Bethesda) germinó la Biblioteca del Cirujano General. Fue una amistad que mantuvieron posteriormente al trabajar en conjunto en la Universidad Johns Hopkins.1
En 1884, a los 35 años de edad, dejó Canadá para establecerse en Filadelfia, Estados Unidos de Norteamérica, al ser invitado para hacerse cargo de la Cátedra de Medicina Clínica de la Universidad de Pennsylvania.1,2 Con 40 años fue contratado como Profesor de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, siendo el primer profesor, además de Jefe de Servicio de Medicina Interna del mismo hospital, donde desarrolla la enseñanza científica de la medicina interna en las salas de internación.2,5
En 1893, a los 44 años de edad, inauguró la Escuela de Medicina del Johns Hopkins, contribuyendo a su liderazgo, junto a personalidades médicas como William Henry Welch (1856-1934), patólogo; William Stewart Halsted (1852-1922), cirujano; y Howard Atwood Kelly (1857-1943), ginecólogo. Juntos constituyeron “los cuatro grandes del Hospital Johns Hopkins” retratados en el famoso cuadro de John Singer Sargent (1856-1925).2,6
Basando su experiencia en los diferentes centros hospitalarios y en las universidades en las que ejerció la docencia, contribuyó a diseñar el currículo que integraba la formación hospitalaria con los estudios de medicina: la estructura actual de la formación médica se basa en las innovaciones que introdujo en la Universidad de Johns Hopkins, donde impuso la modalidad de “la enseñanza al lado de la cama del paciente”, tendencia iniciada en el siglo XVI por Giambatista da Monte (1498-1551), integrante de la primera Escuela Italiana y continuada, entre otros, por Hermann Boerhaave (1668-1738) en Leyden, Holanda, y Ferdinand Ritter von Hebra (1816-1880) y Moritz Kaposi (1837-1902) dermatólogos de la segunda escuela vienesa en Austria, hacia 1845, donde Osler lo aprendió, y lo puso en práctica en McGill, Filadelfia. Más tarde lo institucionalizó en las prácticas universitarias en el Johns Hopkins en 1914.1,7
Defendió la práctica de la autopsia, pues consideró que el examen post-mortem es importante para reconocer los aciertos o las equivocaciones en el diagnóstico. Se dice que personalmente practicó cerca de mil autopsias.8 Defendió la teoría del “unicismo”, que trata de explicar los síntomas y signos de los pacientes con un único diagnóstico, lo cual se contrapone con la llamada sentencia de Hickam.9 No se conocían por la época los estudios aleatorizados prospectivos, ni los controlados, ni los de análisis de casos, ni los metaanálisis, y así sus enseñanzas se basaban en la cuidadosa observación clínica y la gran experiencia y conocimiento de las enfermedades.
En 1904 se trasladó a Inglaterra, a la Universidad de Oxford, donde fue nombrado Profesor Regio o Real de Medicina (catedrático designado directamente por el rey o la reina), que ocupó con brillantez durante 14 años. Allí sufrió la muerte de su hijo, de 21 años, que sobrellevó con dignidad y resignación.10
Es muy seguro que si Osler existiera en el siglo XXI, estaría de acuerdo con los preceptos de D.L. Sackett, uno de los pontífices de la medicina basada en la evidencia, quien en 1996 notaba que esta nueva estrategia es la integración del saber y la experiencia médica, con lo mejor de la evidencia disponible en la literatura científica, y que tal evidencia jamás reemplazará a la habilidad y la experiencia clínica.2,5
Sus contribuciones a la medicina fueron múltiples; investigaciones sobre fiebre tifoidea, la malaria, la neumonía, la amebiasis, la tuberculosis, la litiasis renal, padecimiento que el mismo sufrió.11 Fue quien postuló la posibilidad de que el asma sea secundario a reflujo gastroesofágico, lo que llamó asma gástrica.12 Por sus grandes contribuciones en el campo de la medicina fue condecorado por la Corona Británica con el título de Sir en 1911. Distintas enfermedades y síntomas llevan su nombre El signo o maniobra de Osler, los nódulos de Osler, la enfermedad de Jaccoud-Osler-Libman , la filaria de Osler, entre otras, forman parte de una amplia cronología de descripciones que William Osler aporto.13
Su contribución a la literatura médica fue verdaderamente extraordinaria. El libro “The Principles and Practice of Medicine”, aparecido en 1892, tuvo éxito entre los médicos de habla inglesa, y la primera edición (26.000 ejemplares) se agotó rápidamente.14 Osler revisó y escribió solo las primeras siete ediciones, y la séptima se publicó en 1909 Su libro se tradujo al francés, al ruso, al alemán, al chino y al español. En este libro el autor huye de dogmatismos, y se muestra casi siempre saludablemente escéptico. Fue de los primeros en señalar que el manejo de la apendicitis debe ser eminentemente quirúrgico.15
Otra obra impactante de su autoría es “Aequanimitas”, cuya primera edición fue lanzada en 1904.16 Toda su obra fue un legado para el estudiante de medicina. Al salir de la Universidad de Pennsylvania en 1889, les dejó este mensaje: “Aequanimitas es la calma, la serenidad, la ecuanimidad, y la transparencia que debe tener el médico ante cualquiera adversidad con el acto médico”. En este texto, Osler recomienda a los estudiantes de medicina una lista de diez libros que deberían leer. El primero de ellos, la Biblia.17
Debido a su esfuerzo, el legado del altruista Johns Hopkins se convirtió, en buena parte gracias a él, en un vivero de clínicos, investigadores e innovadores, al pasar de un simple hospital a un centro de estudio y cultura de la más alta calidad. Osler enseñó la medicina interna en las salas del hospital, y en su recorrido mencionaba sentencias y aforismos vinculados al caso que se examinaba. Algunos de sus numerosos discípulos anotaron cuidadosamente este material.18,19
Divulgaba que había que tener en cuenta el paciente individual más que las características especiales de la enfermedad. Indicó que “nosotros estamos en esta profesión por vocación, no por negocio; una vocación que exige constantemente auto-sacrificio, devoción, amor y ternura hacia sus semejantes. Al caer a un nivel puramente empresario, su influencia desaparece y la auténtica luz de la vida se apaga. Deben trabajar con espíritu misionero, con un aliento de caridad para sobreponerse a las pequeñas envidias de la vida”. También decía que “Ver enfermos (Práctica) sin leer libros (Teoría) es como navegar en el mar sin tener cartas de navegación, pero leer libros sin
ver enfermos es como nunca navegar”.
A sus estudiantes les enfatizaba que “Ser buen médico significa poseer conocimientos”, y, “Observar, recopilar, clasificar y comunicar. Usad vuestros cinco sentidos. El arte de practicar la medicina sólo se aprende con la experiencia, no es una herencia, ni puede ser revelado. Aprended a ver, oír, palpar y oler; sabed que sólo merced a la práctica se puede llegar a ser un experto. La medicina se aprende al lado del enfermo y no en el aula. Mirar, razonar, comparar y controlar. Pero primero mirar. Dos ojos no ven igual la misma cosa, ni dos reflejos reflejan la misma imagen. Permitid que la palabra sea vuestra esclava, pero no vuestra dueña” “Vivid en la clínica”.19
Osler fallece por complicaciones derivadas de una infección pulmonar. Su cuerpo fue velado en la catedral Christ Church, en Oxford, y sobre su féretro se colocó su muy apreciado libro, Regio Medici. Su entierro se realizó el 1º de enero de 1920. Su cuerpo fue cremado y sus cenizas reposan en la biblioteca Osler de la Universidad de McGill.2,6 Como filósofo, que también lo era, decía: “No deseo más epitafio que la mera inscripción en mi tumba, que enseñé a mis alumnos medicina en las salas del hospital”. Su esposa murió nueve años después, y sus restos reposan al lado de su esposo.
El amplio legado de William Osler puede sintetizarse en:1,2
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La enseñanza de la medicina al lado del paciente;
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El nuevo currículo, la educación médica y la promoción de la investigación en los estudiantes.
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El conocimiento de la historia y el humanismo.
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El amor a la medicina interna.
CONCLUSIONES
Sir William Osler fue un extraordinario médico durante su extensa vida profesional. Su legado impacta en las nuevas generaciones de estudiantes y fundamenta las bases del sistema de enseñanza médica cubano.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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19- Buzzi A. Los aforismos de William Osler. Rev Asoc Méd. Argent 2011;124:3-5.
Recibido: 26/2/18
Aprobado: 7/6/18
María del Carmen Álvarez Escobar. Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas.Carretera Central Km101.Correo electrónico: mariac.mtz.@infomed.sld.cu
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