Tema -Mariana y Vilma: paradigmas de la mujer–madre cubana

RESEÑA

 

Mariana y Vilma: paradigmas de la mujer–madre cubana

 

Mariana and Vilma: paradigms of the Cuban woman-mother

 

 

Dra. Indira Isel Torres Cancino, MSc. Esther Castro Gutierréz, Lic.  Marilin García Pérez

Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas, Matanzas, Cuba.

 

 

Los meses de marzo y mayo de cualquier año hacen que la mujer cubana, como trabajadora, estudiante, federada y madre, sea homenajeada por celebrarse el Día Internacional de la Mujer y el Día de las Madres.

La mujer cubana es modelo de intransigencia, ejemplaridad y protagonismo. Ejemplos sobran  en las luchas por la independencia de Cuba, desde las mujeres mambisas  por liberarse del yugo español, después en su participación en el ejército rebelde, en la alfabetización, en la consagración y perfeccionamiento de la revolución y hoy en la lucha por lograr una sociedad que no renuncia a las conquistas obtenidas, en la salud, educación y otras esferas y lucha por un socialismo sostenible.

Con este trabajo queremos rendir homenaje a las mujeres-madres cubanas, tomando a dos paradigmas  que marcaron su impronta y con su actuar hoy son referentes de la mujer cubana, ambas santiagueras, Mariana Grajales Cuello y  Vilma Lucila Espín Guillois; las une además de la tierra que las vio nacer, su lucha incansable en la guerra para liberar a Cuba, su integralidad como madres que a pesar de sus múltiples tareas, educaron a sus hijos y los exhortaron a seguir en la lucha que ellas desplegaron.

Mariana Grajales Cuello, “la madre de la patria”, “la madre de los Maceos”, nació el 12 de julio de 1815 y falleció a los 78 años de edad el  27 de noviembre de 1893 en Kingston, Jamaica; tuvo 14  hijos y 12 de ellos participaron en las gestas independentistas cubanas del siglo XIX y 9 ocuparon un lugar destacado en la oficialidad del Ejército Libertador. Se cuentan anécdotas que marcan el valor y el patriotismo de Mariana, dos de ellas muy recordadas; la primera  llega a través del testimonio de María Cabrales Fernández, quien en su condición de viuda del mayor general Antonio Maceo, le escribe a Francisco de Paula Coronado, en San José, Costa Rica, el 6 de mayo de 1897 y cuenta lo ocurrido en aquellos años de inicios de las luchas por la independencia: “[...] la vieja Mariana, rebosando en alegría, entra en su cuarto, coge un crucifijo que tenía, y dice: de rodillas todos, padres e hijos, delante de Cristo, que fue el primer hombre liberal que vino al mundo, juremos libertar la patria ó morir por ella”; la otra, es la anécdota de José Martí que aparece en su artículo sobre la madre de los Maceo, cuando en ocasión de llevar a su hijo Antonio muy mal herido, ante el llanto de las otras mujeres exclamó “¡fuera, fuera faldas de aquí, no aguanto lágrimas! [...]” y refiriéndose a su hijo Marcos, expresó “[...] ¡y tú empínate porque ya es hora de que te vayas al campamento!”. Efectivamente, el pequeño Marcos, que había llegado a la manigua con solo ocho años, cumplió también —por convicción— con su madre, pues en momentos imprecisos se incorporó a la lucha y alcanzó el grado de teniente.

El destacado poeta, crítico, ensayista y novelista Cintio Vitier, en su libro, Ese Sol del Mundo Moral, haciendo una valoración del papel de la mujer en las guerras de independencia expresó:“[...]El mayor fulgor en esta galería femenina, de la que forman parte inolvidable tantas guajiras anónimas que alimentaron, escondieron, curaron y sirvieron de enlaces y mensajeras a los héroes del 68 y el 95, lo ostenta sin duda la madre de los Maceo, Mariana Grajales [...] protagonista de electrizantes escenas [...]”.

Para Mariana, la Patria es lo primero y ella y su familia son soldados de la Libertad. José Martí, que valoró en alto grado la figura de Antonio Maceo, cuando conoce a Mariana en el exilio, corrobora sus altos valores morales, su patriotismo, la fuerza de su carácter y convicciones, que lo llevan a expresar que: “De la madre, más que del padre, viene el hijo, y es gran desdicha deber el cuerpo a gente floja o nula, a quien no se puede deber el alma; pero Maceo fue feliz, porque vino de león y de leona [...]”.

Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, al crear el I Frente Oriental “José  Martí”, no dudó de la capacidad combativa de las mujeres y promovió la creación de un pelotón femenino —en septiembre de 1958, en la Sierra Maestra— cuyo nombre no pudo ser otro que el de Mariana Grajales.

Vilma Espín, otra extraordinaria e importante personalidad femenina cubana, relató lo siguiente al hablar sobre Mariana: “[…] una mujer excepcional que simboliza por su estirpe y heroísmo a las que durante toda una generación rompieron los moldes que les imponía la sociedad colonial y ocuparon su lugar en la lucha por la independencia de la Patria”, e indicó, “es difícil describir en toda su magnitud el carácter acerado, la firmeza, la bondad, el gigantesco espíritu de Mariana, su papel en nuestra historia, su ejemplo como forjadora de héroes. […]”

Vilma Espín Guillois, nació el 7 de abril de 1930, ocupa, por derecho propio, un espacio excepcional en la historia de la patria, como mujer que encarnó por sus cualidades la inolvidable expresión martiana de que la sencillez es la grandeza.

Es considerada la mujer más influyente de Cuba debido a que fue líder de la Revolución Cubana. Estuvo cerca de los líderes principales, fue mensajera y gozaba de la confianza de Frank País. Fungió como presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas por 47 años hasta su muerte el 18 de junio del 2007. Integró el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, fue  miembro efectivo del Buró Político del mismo, y fue Diputada a la Asamblea Nacional desde su primera legislatura y miembro del Consejo de Estado desde su constitución. Por sus relevantes méritos recibió múltiples condecoraciones, títulos y órdenes nacionales e internacionales, entre las que se destaca el título honorífico de Heroína de la República de Cuba.

Contrajo matrimonio con Raúl Castro, tuvieron cuatro hijos, Deborah, Mariela, Nilsa y Alejandro, y 8 nietos; crió a sus hijos y enseñó a sus nietos y como ella decía en una entrevista, “Raúl dice que son míos… y está bien, son míos, y de él, pero son míos.” Formaron sus hijos desde sus valores y ejemplos personales.

Asela de los Santos, entrañable amiga y compañera de luchas, habla de Vilma llena de admiración, y dice que ella era uno de esos seres especiales e imprescindibles, no solo por la entrega hacia las causas e ideas que defendió hasta el último aliento, sino en todos los ámbitos de su vida.

“Era muy mamá, muy abuela. Sumamente cariñosa, pero no malcriadora. Estimulante con sus hijos y nietos. Adoraba a su esposo. Muy buena educadora, sabía cómo conducir a los niños. Con el mismo respeto con que la criaron a ella, educó a sus hijos e influyó en la crianza de los nietos. Siempre encontraba tiempo, encontraba espacio para estar con ellos, para estar atenta sobre todo a sus problemas, intervenir, ayudar. Creó una familia muy armoniosa”.

Queremos destacar estas palabras que la propia Vilma en el 122 aniversario del fallecimiento de Mariana, el 27 de noviembre del 2015 planteó y que consideramos ejemplares expresiones  para ambas que sin lugar a dudas simbolizan lo más bello y digno de la mujer - madre cubana; “Dejaba enraizado en los campos cubanos un imborrable ejemplo. Para siempre en el corazón de cada hombre o mujer persistiría la imagen de Mariana: su dulzura, su estoicismo, su llamado a la guerra, su confianza en el triunfo, su serena y valiente actitud, que la hicieron merecedora del respeto, el cariño y la admiración de todo el pueblo”.

 

 

Recibido: 21/6/18
Aprobado: 4/7/18

 

 

Indira Isel Torres Cancino. Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas. Carretera Central Km101. Correo electrónico: indira.torres@infomed.sld.cu

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