Con el crecimiento económico, cultural y demográfico de Matanzas, alcanzado entre 1818 y 1839, se sentaron las bases para el surgimiento de edificaciones imprescindibles como el antiguo Hospital de Santa Isabel. Esta institución fue inaugurada el 24 de julio de 1838. Durante la Colonia fue usado con fines civiles y militares, y entregado al gobierno norteamericano en agosto de 1899. En la Neocolonia brindó atención ininterrumpida a la población matancera. Fue remodelado en 1947, y en el período revolucionario se instituyó como hospital general, civil y docente hasta 2016, en que se reacondiciona para convertirse en el actual Hospital Provincial Docente Ginecobstétrico José Ramón López Tabrane. Es el hospital más longevo en funciones de la Isla.
With the economic, cultural and demographic growth of Matanzas, reached between 1818 and 1839, the grounds were laid for the emergence of indispensable buildings such as the old Hospital de Santa Isabel. This institution was inaugurated on July 24, 1838. During the colonial period it was used for civilian and military purposes, and handed over to the American government in August 1899. In the neocolonial period, it provided uninterrupted attention to the population of Matanzas. It was remodeled in 1947, and in the revolutionary period it was instituted as a general, civil and teaching hospital until 2016, in which it was re-conditioned to become the current Provincial Teaching Gyneco-obstetric Hospital José Ramón López Tabrane. It is the longest functioning hospital on the Island.
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- Matanzas;
- Hospital de Santa Isabel.
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- Matanzas;
- hospital of Santa Isabel.
INTRODUCCIÓN
Las ciudades se definen por sus construcciones y las personas que la habitan. La ciudad de Matanzas es una urbe privilegiada por su entorno y por sus edificaciones. Fue considerada unos de los ejemplos más convincentes del urbanismo hispanoamericano por su trazado regular y ordenamiento fundacional.
La primera oleada de esplendor económico y sociocultural fue alcanzada entre 1818 y 1839, avalada por el incremento de la producción azucarera y cafetalera, que originó una sacarocracia matancera poderosa y filántropa que impulsó el surgimiento de edificaciones imprescindibles, muchas de las cuales se mantienen en la actualidad. Así comenzó el crecimiento de la urbe fuera de los predios originales.
DESARROLLO
En los inicios, el cabildo fue remiso al otorgamiento de tierras más allá del puente sobre el río Yumurí, pero el empuje demográfico obligó a la ciudad a apropiarse de las ciénagas y cruzar los ríos, lo que condujo a la ocupación de esta zona. Un proceso simultaneo ocurrió en la zona de Pueblo Nuevo.1
Los primeros dueños de estos terrenos fueron los señores don Miguel Dubrocq (del realengo de San Alejandro) y la marquesa de Buena Vista, poseedora de la caballería de tierra nombrada Estancia de Versalles. En 1818 se le otorgaron las primeras ocho caballerías a Pedro Antonio Boenechea. La urbanización se autorizó por los vecinos hacia el año 1820.
En 1828 se autorizó el repartimiento de nuevos terrenos. Los de Navia ocuparon el área central y más importante del barrio, donde se establecieron la iglesia con su plaza, el cuartel de Santa Cristina y se delimitó el espacio para el futuro hospital.1
A finales del siglo XVIII, comienzan a sentarse las bases sociales para el surgimiento de instituciones públicas. Aunque aún no se disponía del local adecuado para los servicios sanitarios a escala mayor, ya existía en funciones el Hospital de San Juan de Dios.2 Su construcción se remonta a la segunda mitad del siglo XVIII, y su fundación fue el resultado de muchas iniciativas y gestiones, culminadas en 1749 con una modesta casa de guano con cuatro camas.3
En las primeras décadas del siglo XIX, tienen lugar varios sucesos que catalizan la construcción de un nosocomio con mejores prestaciones que el existente. Entre ellos estuvo la llegada a Cuba, en marzo de 1833, de la epidemia de cólera morbo asiático, que afectó con fuerza a la población de La Habana y Matanzas.2
Antes de la presencia de esta epidemia en la ciudad de Matanzas, se produce la visita del superintendente de Hacienda don Alejandro Ramírez, quien visitó al Hospital de San Juan de Dios y comprobó que no cubría las necesidades crecientes de la población, por lo que concibió el proyecto y dispuso el presupuesto para construir otro de mayor capacidad. A tal efecto, vecinos y autoridades coloniales elevaron a las instancias superiores del gobierno la petición, bien fundamentada, para la construcción del hospital.
Después de varios años de gestiones continuadas, su sucesor, don Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva -quien también visitó Matanzas en 1827-, hizo aumentar las ya exiguas rentas del San Juan de Dios con el impuesto de dos pesos pagaderos por cada buque de travesía a su entrada en el puerto.2-4
El 15 de marzo de 1832, Su Majestad la reina Isabel II promulgó una real orden aprobando todas las disposiciones del conde de Villanueva. Los fondos necesarios para el nuevo hospital fueron de 77 000 pesos, cifra que resultó insuficiente, pues el monto total alcanzó los 272 917.50 pesos. Además, otros fondos fueron aportados del remate público del hospital San Juan de Dios y obtenidos por suscripción popular, bazares y donativos de oriundos de la zona.2,4,5
El 11 de septiembre de 1830, Jules Sagebien, arquitecto e ingeniero francés de extensa y versátil obra en la construcción de edificios y puentes de la época, firmó los planos de un moderno edificio a construir en la barriada de Versalles, destinado al Hospital de Santa Isabel.
No es exagerado afirmar que Jules Sagebien marcó de modo indeleble la arquitectura matancera, pues a él se deben otras construcciones como el edificio de la antigua aduana (frente al teatro Sauto) y el Cuartel de Santa Cristina, hoy Centro Escolar Mártires del Goicuría.6
Tipología arquitectónica
A principios del siglo XIX, el grueso de las atenciones médicas era dispensado por las órdenes religiosas, en conventos o instituciones destinadas a tales efectos. El cuidado de los enfermos y desvalidos se hacía de forma caritativa, al tiempo que las familias adineradas recibían los servicios de salud a domicilio. La aparición de hospitales no implicó la supresión de este comportamiento, debido a que nunca se erigieron la cantidad de centros requeridos. Además, las municipalidades, siempre empobrecidas económicamente, jamás lograron cubrir las necesidades de prestaciones médicas con la calidad requerida.7
El hospital, como tipología arquitectónica, sufrió una importante metamorfosis en el período de la Ilustración, influenciada por las campañas del pensamiento higienista de la época, preocupado por la pureza y movimiento del aire dentro de los recintos asistenciales. De igual modo, los especialistas en medicina jugaron un papel protagónico en las propuestas para la concepción de hospitales, aludiendo esencialmente a la incompatibilidad entre las soluciones arquitectónicas anteriores, donde predominaba la organización en claustros poco ventilados y no atendientes a las necesidades clínicas de los pacientes, coexistiendo mezcla de ellos en cuanto a sexo, raza, grupo etario y patologías clínicas. Todo ello hizo triunfar el modelo constructivo en pabellones, siendo el hospital matancero el primero de ese tipo en Cuba.
La inspiración arquitectónica europea (francesa e inglesa) fue la más paradigmática, revolucionaria y reproducida en el siglo XIX en Cuba. A pesar de la situación colonial y cultural de la Isla, se desarrollaron producciones arquitectónicas hospitalarias que, tanto en número como en rigor proyectual, superan a las construidas en la metrópolis. Si bien el Santa Isabel no fue el único, sí fue el primero, pues no fue hasta 1886 que se inaugura en La Habana el primer hospital moderno con tipología de pabellones, el conocido como Nuestra Señora de las Mercedes, en la barriada del Vedado, que resultó demolido y se construyó en sus terrenos la heladería Coppelia.7,8
El edificio matancero constaba de tres plantas, interrumpido el extenso frente por un saliente vestíbulo rectangular de puntal alto, colocado al centro. (Fig. 1)
A ambos lados del frontón principal se encontraban sendos jardines con sus rejas.1 Poseía también dos cuerpos simétricos de salas distribuidas en tres pisos, a las que se accedía por galerías o pasillos abiertos de grandes ventanales en la primera y segunda planta.2
La fachada principal estaba orientada al sur de la bahía, y su espalda a los saludables aires del norte de las elevaciones de La Cumbre.1 Al igual que en las obras francesas, la capilla estaba colocada al centro, como espacio de confluencia de las salas aledañas.
El nosocomio se hallaba ubicado sobre una suave colina, rodeado de jardines para la distracción en la convalecencia, con adecuado suministro de agua y retirado de lugares densamente poblados. Con esta realización, el diseño de hospitales en la Isla comenzaba con un alto rigor conceptual. La selección de la tipología arquitectónica fue adecuada a las necesidades asistenciales, la principal virtud del proyecto de Sagebien.7
La primera piedra fue colocada el 19 de noviembre de 1834.3 La inauguración, según fuentes consultadas, ocurrió el 20 julio de 18386. El periódico La Aurora, de Matanzas, del día 22, publicó lo siguiente en la sección “De Oficios”: “(…) la traslación de los pobres enfermos que existen en el antiguo hospital al nuevo de Santa Isabel para el martes 24 del corriente a las 7:30 a.m. A cuya hora se verificará la bendición del edificio y sucesivamente se cantará una misa y solemne Te Deum, como otras ceremonias propias del objeto y solemnidad del día”.2
Su primer director fue el médico gaditano Dr. Tomás Pintado.3,4,9 El hospital se diseñó para hombres de procedencia humilde, por lo que quedaba excluida la población femenina menesterosa de esta asistencia. Como la mayoría de las contribuyentes de los donativos para la institución eran féminas, estas comenzaron a incentivar la extensión de la atención a las mujeres como parte de sus acciones de caridad. Apoyó esta iniciativa el presbítero don Nicolás González de Chávez.
El 24 de julio de 1846, se inauguró en la manzana aledaña el Hospital de San Nicolás, para mujeres,2 que empezó su labor con seis enfermeras al cuidado de la población femenina.
La capilla de la institución, devenida celda, fue el lugar donde el bardo matancero Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), producto de su vinculación -cierta o no- con la Conspiración de la Escalera (1843-1844), pasó sus últimas horas de prisión antes de ser conducido a fusilamiento en la explanada aledaña al lugar. En la actualidad se conserva la celda, que es el único testimonio material existente de los referidos hechos.2,3
En pocos años, y por disposiciones del poder militar, una de las salas del Santa Isabel se destinó a enfermos militares, y poco después el hospital se dividió en dos departamentos: civil y militar, ocupando este último dos terceras partes del edificio.3
Los términos usados para identificar estas instituciones hospitalarias dan razón de las denominaciones siguientes: desde 1833 hasta 1846, los documentos se refieren indistintamente al Hospital de Caridad; de 1847 a 1868, hospitales de Santa Isabel y San Nicolás (como aparece en la tarja existente hoy día a la entrada del hospital), y a partir de 1877 aparece ya el término distintivo de Hospital Militar.
Ocupación militar y neocolonia
A partir de julio de 1896, es suspendida la atención a pacientes civiles, y los enfermos hospitalizados fueron trasladados a una casa quinta en condiciones de hacinamiento. A finales de siglo, el general Valeriano Weyler lo transformó definitivamente en hospital militar. En esta categoría fue recibido y ocupado el 28 de agosto de 1899, cuando se realiza la intervención del país.4,6
En ese momento fueron instalados allí los enfermos del ejército norteamericano, a la par que se comenzaron trabajos de higienización del centro por el lamentable estado sanitario que presentaba. La Junta de Patronos presentó un reclamo, y el 18 de enero de 1900 se ordenó que se restituyera el hospital a la Junta. El 5 de abril de 1900, luego de los trámites de rigor, el hospital fue devuelto definitivamente a la ciudad de Matanzas.2
Así, se inició una etapa de reordenamiento y progreso gracias a la Junta de Patronos y a la activa participación de la alcaldía. Esto permitió la promoción de una biblioteca, un Servicio Dental y otros de Vías Urinarias y Oftalmología; no obstante, persistían importantes deficiencias como la carencia de salas de Maternidad y de Niños.3
En septiembre de 1900, se realiza la primera convocatoria para el ingreso de alumnas en la Escuela de Enfermeras anexa al hospital. En octubre, se inicia el primer curso con solo nueve alumnas, cuya instrucción estuvo a cargo de los doctores Schweyer, Pinto y Ortiz, y poco después dirigida por la señorita Eugenia Habar. Este primer curso se graduó en el mes de diciembre. En 1901 se incorpora la primera instructora cubana, la señorita Hortensia Domínguez Páez.
Pocos días después, el 12 o 21 de diciembre de 1901, tiene lugar la fusión de los hospitales de Santa Isabel, para hombres, y de San Nicolás, para mujeres.3
En este período de progreso y mejoramiento, sobresale la encomiable labor de dirección desarrollada por el Dr. Julio Ortiz Coffigny, primer director del hospital en la etapa de la República, quien además se desempeñó como cirujano y médico de reconocido prestigio durante 28 años.
En julio de 1938, se realizan actos por el centenario de la institución, siendo entonces director el Dr. Luis Tapia Álvarez. En esta época se colocaron las primeras piedras para la edificación de dos salas de niños. El Dr. Ángel Arturo Aballí, en esta celebración, expresó: “la misión patriótica más alta de los pueblos es conservar, ayudar y proteger a la niñez”. Asimismo, propuso que las salas de niños, más que su nombre, llevaran el de su maestro, el Dr. Domingo L. Madan.
En 1946 ocupó la dirección el Dr. Jorge Salazar. Aunque no siempre la institución contó con todo el apoyo material requerido para su oficio, es importante destacar el elevado nivel profesional de sus galenos y enfermeros. Durante la Neocolonia, por este hospital pasaron figuras cimeras de la Medicina en Cuba como el Dr. Pantaleón Luis de la Concha (Medicina Interna y Cardiología), el Dr. Manuel García Suárez (radiólogo) y el Dr. Alfonso Borges (Cirugía Ginecológica), entre otras figuras destacadas.
En 1947, con inversión protorracionalista, fue remodelado el hospital civil de Matanzas, según proyecto de la arquitecta Aida Marcet Beato, para acomodar el reciento a los requerimientos sanitarios de su tiempo. (Fig. 2)
El contrato estaba fijado en un importe de 120 804.59 pesos. Posteriormente, se sustituyó la fachada neoclásica, se cambió el pavimento, se remodelaron las escaleras y se insertó un elevador.2,6
Período revolucionario
Tras el triunfo de la Revolución, en septiembre de 1962 la institución recibió el nombre del joven mártir José Ramón López Tabrane. A partir de este momento se suceden profundos y continuados cambios por adecuaciones, ampliaciones, equipamiento, y cambios en su perfil asistencial. La Clínica Psiquiátrica se traslada a esta instalación, que será el antecedente del actual Hospital Psiquiátrico de Matanzas, y las tres salas de niños, que ocupaban el tercer piso, se instalan en el actual Hospital Pediátrico de Matanzas.
En 1969, el hospital inicia la docencia médica superior en Matanzas, con un grupo de 30 alumnos del sexto año de la carrera de Medicina que culminarían su formación en la institución.10 Así se inició una nueva etapa de la docencia médica en la provincia, gracias al esfuerzo de un gran número de compañeros y a la valiosa ayuda de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de La Habana y del Instituto de Ciencias Básicas Preclínicas Victoria de Girón, que aportó los primeros asesores.10
Para la implementación de la docencia médica, se creó la Subdirección Docente y se habilitaron varias aulas. En el curso 1970-71, ingresaron alumnos de 3er año, y al curso siguiente comenzaron alumnos de todos los años del ciclo clínico, con el fin de formar totalmente a los médicos matanceros en la provincia. También se extendió la docencia a la Escuela de Enfermeras Livia Gouverneur. La culminación de este proceso sería la construcción de la Facultad de Medicina Juan Guiteras Gener, actual sede de la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas.10
En 2015 se decidió el traslado de todos los servicios médicos del Hospital Provincial Docente José Ramón López Tabrane para el Hospital Universitario Clínico Quirúrgico Comandante Faustino Pérez Hernández, con el fin de realizar una remodelación e instaurar el Hospital Docente Ginecobstétrico José Ramón López Tabrane. Esta nueva función comenzó en septiembre de 2018.
CONCLUSIONES
En la actualidad, los edificios construidos en la Isla para fines sanitarios han desaparecido total o parcialmente, producto de la especialización de las ciencias médicas y la remodelación urbana. El Hospital de Santa Isabel, de Matanzas, hoy convertido en Hospital Docente Ginecobstétrico José Ramón López Tabrane, es el único y más antiguo edificio creado con función hospitalaria que se ha mantenido ininterrumpidamente -durante 182 años- brindando asistencia médica, función para la que fue concebido. La ciudad de Matanzas tuvo el honor de poseer el primer hospital con concepción sanitaria moderna en la Isla.
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- » Recibido: 22/12/2020
- » Aceptado: 02/11/2021
- » Publicado : 15/12/2021