Señor Director:

El contenido de la presentación de caso “Meningioma parasagital y hematoma subdural crónico, una asociación inusual”, de Guerra Sánchez y colaboradores,¹ publicada en Revista Médica Electrónica, vol. 43, no. 3, me ha resultado muy oportuno e interesante por la asociación de dos entidades neuroquirúrgicas ampliamente descritas en la literatura, pero excepcionalmente encontradas al unísono en un diagnóstico.

Los hematomas subdurales espontáneos y traumáticos asociados con meningiomas intracraneales son raros. La hemorragia tumoral intracraneal ocurre en solo el 39 % de los casos, y solo el 1,3 % de los meningiomas se presentan con hemorragia.²

La hemorragia que surge de un meningioma puede manifestarse de varias maneras, incluida la hemorragia subaracnoidea (que se observa comúnmente con el meningioma parasagital y falcino), la intracerebral y, con menor frecuencia, la intratumoral. En raras ocasiones, también se puede observar un hematoma subdural (generalmente asociado con una ubicación de convexidad). Esta revisión muestra un punto diferente, pues aunque trabajos anteriores exponen que el hematoma subdural es raro, demostraron que es el segundo tipo de hemorragia más prevalente.³

A pesar de que en el cuadro clínico se describe antecedente de trauma craneal leve de 28 días atrás, se han propuesto varias hipótesis para explicar la formación de una hemorragia espontánea en pacientes portadores de un meningioma intracraneal, pero aún no existe consenso. Estas concluyen que el mecanismo fundamental ocurre por distensión, debilitamiento y ruptura consecutiva de las paredes de los vasos de alimentación por crecimiento tumoral.

A la fisiopatología se añaden la distención de las venas puente subdurales y la proliferación de sustancias vasoactivas liberadas por el meningioma con oclusión vascular, necrosis con rotura de vasos tumorales, fibrinólisis con pequeñas hemorragias repetidas provocando una condición de hipertensión venosa local, y neovascularización alrededor de las áreas de necrosis de vasos sanguíneos por invasión vascular directa de células tumorales.⁴

No comparto el criterio de los autores de que, a pesar de lo inusitado que resulta el caso, no aparezcan presentaciones similares en la literatura. El primer artículo que hace referencia a esta excepcional relación es de 1966,⁵ y el último que encontré de 2020.³

Existe un espectro de técnicas quirúrgicas para la evacuación del hematoma subdural crónico, y el tipo de cirugía más adecuado sigue siendo controvertido.⁶ Considero que la elección de dos tiempos quirúrgicos fue la más correcta. Mi más sincera felicitación a los autores y a los editores de Revista Médica Electrónica por compartir con la comunidad científica la citada presentación.